Gonzalo Montiel, el héroe de todos que eligió volver a River y dibujó una sonrisa en los hinchas, de cachete a cachete
El sábado 30 de abril de 2016, River recibía a Vélez por el torneo local con una formación alternativa. El Muñeco reservaba a todo el equipo titular porque cuatro días después debía remontar el 0-2 sufrido en la ida de octavos de final de la Libertadores ante Independiente del Valle. Formó con Batalla; Carreras, Mammana, Vega, Olivera; Arzura, Lucho González; Bertolo, Pisculichi, Pity Martínez; Alario. En el segundo tiempo ingresaron dos debutantes (Tomás Andrade y Gonzalo Montiel) y Exequiel Palacios, quien se había estrenado unos meses antes.
River no pudo salir del 0-0, a pesar de jugar con un hombre más durante 55 minutos y muchos hinchas se entusiasmaron con las pisadas de Andrade, muy similares a las “bobas” de D’Alessandro. Pocos repararon en ese flaquito nacido el 1º de enero de 1997 en Virrey del Pino, partido de la Matanza, que estaba en el club desde sus 10 años y había pedido que le hicieran un lugar en la pensión porque las cinco horas de viaje cotidiano (dos y media para ir y otro tanto para volver) lo estaban liquidando.
Su abuelo Jerónimo, recontra gallina, le había pedido a su hija que le pusiera de nombre Ariel Ortega, en pleno apogeo del Burrito. Ambos nombres no, se plantó mamá Marisa. Que se llamara Gonzalo Ariel Ortega Montiel le parecía demasiado, pero le tomó el Ariel.
Tan caradura que esa de mirar para un lado y patear para el otro la terminaría haciendo en la final de un Mundial con la camiseta de la selección.
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