Deportivo Riestra, el club con 950 socios que funciona como una SAD gracias a la “latita” y tiene en Víctor Stinfale a un “as de espadas”


Esta semana, Deportivo Riestra volvió al centro de la escena del fútbol argentino cuando puso a un streamer en el once titular que enfrentó al líder del campeonato de Primera División, Vélez Sarsfield. Aunque los escándalos no son nuevos en la SAD encubierta de 800 socios que nació hace casi 100 años en Nueva Pompeya pero que revivió hace solo diez bajo la figura del polémico abogado Vïctor Stinfale.

El club representa el paradigma de los clubes privatizados en la Argentina. Son como las brujas: no existen… pero que las hay, las hay. Riestra es uno de los tantos que tiene una empresa detrás del fútbol y una estructura típica de las sociedades anónimas: una inyección de dinero en el fútbol profesional que no guarda relación con el resto de las actividades deportivas que conviven. Si no fuese porque no existen las SAD en el fútbol argentino, el de Riestra podría señalarse como un caso de éxito deportivo.

El contraste entre la derruida sede social en Villa Soldati y el predio de La Candela en San Justo, al que solamente tiene acceso el equipo profesional, es notorio. Allí, por ejemplo, firman los contratos los jugadores. El caudal de dinero, que no tiene que ver con los recursos genuinos de la institución, solo llega al fútbol profesional, cuya camiseta con las tres tiras no llega de un acuerdo con la marca que viste a la Selección, sino que la propia institución las compra como si estuviera jugando en el country. Hablar del club y del equipo de fútbol es hablar de dos cosas distintas. También, entonces, podría señalarse que el éxito deportivo de la mano de una SAD no se traduce en un crecimiento institucional.

Pero hay un punto de inflexión que cambió el lugar que el club ocupó históricamente en el fútbol argentino. La llegada en 2013 de Stinfale, un abogado de altísimo perfil que representó a figuras tan disímiles como Diego Maradona, el exjefe de la barra de Boca José El Abuelo Barritta y el traficante de armas sirio Monzer Al Kassar. Stinfale además fue señalado como organizador de la fiesta electrónica Time Warp, en la que murieron cinco jóvenes en abril de 2016 en Costa Salguero (por ello, pasó 70 días detenido y luego fue sobreseído); y que fue juzgado y absuelto en la causa por el encubrimiento del atentado a la AMIA, acusado de peculado por el pago de 400.000 dólares a su cliente, Carlos Telleldín, para que imputara falsamente a un grupo de policías de la provincia de Buenos Aires.

A pesar de que Fernando Salorio ostenta el cargo de presidente, su gestión se limita a asuntos ajenos al fútbol. Aunque ha habido cambios en la directiva, las decisiones del área profesional siguen estando en manos de Stinfale, quien financia contratos de figuras como el Ogro Fabbiani, algo complicado con solo 950 socios al día de pagos de 2.000 inscritos. Este empresario sostiene lo que parece ser una Sociedad Anónima Deportiva encubierta, sin que esto provoque escándalo en Tapia, su mano derecha Pablo Toviggino, ni entre quienes resisten la propuesta del Gobierno de Javier Milei.

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