Nicolás Sarmiento, el arquero prócer de la Selección que va por otro paso en el Mundial: “Que me digan el Dibu del futsal me da vergüenza”


A Nicolás Sarmiento lo ubican como un prócer del arco de la Selección Argentina de futsal. Sus actuaciones fueron fundamentales para ganar el Mundial de Colombia 2016 y ser subcampeón en Lituania 2021. Y en su tercera participación mundialista en Uzbekistán 2024, no está siendo la excepción. El 2-0 con el que la Albiceleste superó a Croacia en los octavos de final significó que se convierta en el arquero argentino con más vallas invictas en este tipo de torneos y se metió dentro del Top 5 histórico. A diferencia de una tendencia que ha crecido en este deporte, Sarmiento es un arquero ‘normal’, no se incorpora al juego ofensivo como sí utilizará constantemente Kazajistán con el brasileño nacionalizado Leo Higuita en el complicado cruce de cuartos que se disputará este lunes en Tashkent (12:00, hora argentina, por TV Pública y DSports).

Pero también lo es por su comportamiento fuera del campo de juego. «Me gusta leer, escuchar música, ver series y durante muchos años trabajé con psicólogos deportivos, ahora lo uso cuando lo necesito. Pero las herramientas están siempre ahí, me gusta llevar un día tranquilo, pausado, repetitivo, quizás aburrido, pero es la zona cómoda para que no haya sorpresas», le contó a Clarín en la concentración del conjunto albiceleste en la capital uzbeka.

«La frustración va a estar siempre, y a la larga o a la corta uno aprende. Me parece importante el uso de un profesional porque como uno entrena el cuerpo hay que entrenar la cabeza. Hay un montón de herramientas que nosotros como deportistas no sabemos o no tenemos, o un montón de perspectivas que vemos mal. Es importante tener alguien que no sea un familiar o un amigo que te diga: ‘Che, no es por ahí’. Todas esas cosas me siguen ayudando hoy en día porque son patrones que se siguen repitiendo», agregó el recientemente contratado por el Anderlecht de Bélgica, con el que jugará la Champions League.

Y a diferencia de esa previsibilidad que intenta tener hoy con 31 años, el vínculo de Sarmiento y el arco surgió de casualidad. «Me acuerdo que no elegí ser arquero, faltó uno cuando estábamos entrenando baby fútbol en Platense y preguntaron quién quería ir, dije yo y después del entrenamiento no tuve mucha opción para no seguir atajando. Era divertido para mí porque me daban guantes, rodilleras, era como una armadura, entonces fueron a hablar con mi mamá y le dijeron: ‘Señora, su hijo va a ser el arquero’«, recordó sobre la etapa previa a River, donde terminó la formación y debutó en Primera División.

En cada previa de que arranque la acción, Sarmiento tiene un ritual. Le da un beso a los palos, se persigna, dice unas palabras y se planta con su propia armadura frente a los remates a quemarropa que lo obligan a volar por los aires y celebrar cada atajada como si fuera un gol propio. «Lo usó desde que tengo memoria, pero no tiene nada que ver con nada en particular, es simplemente que me ayuda a concentrarme«, explicó.

Así también explica cómo es su puesto. «Lo más difícil de ser arquero de futsal es agarrar la pelota, pero después tenés que lidiar con un montón de responsabilidades y cosas que si no estás preparado estás complicado. Es un puesto en el que quedás muy expuesto», indicó.

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