Radiografía de Colo-Colo, el rival de River en la Copa Libertadores: del peor clasificado a la esperanza de Jorge Almirón para un centenario soñado


Al abrir el sitio web de Colo-Colo, uno de los primeros elementos que se observa es un reloj que realiza una cuenta regresiva. El punto de llegada, para el que todavía faltan 239 días, es el centenario de la fundación del club, que se festejará el 19 de abril de 2025. Pensando en esa celebración, la dirigencia apostó fuerte para regalar alguna alegría a los simpatizantes en el año previo. Por ahora, el equipo responde, ya que mantiene chances de título en las tres competencias que está disputando. En la más importante, la Copa Libertadores, el elenco conducido por Jorge Almirón ha recorrido un complicadísimo camino y ya está en lo cuartos de final. En esa instancia será el rival de River, el único conjunto argentino que pelea por el principal certamen de clubes de América.

Un bombazo desde 30 metros de Lucas Cepeda y un oportuno toque a la red del zaguero uruguayo Maximiliano Falcón, tras un rebote del balón en el travesaño, le dieron al Cacique la victoria 2 a 1 sobre Junior el martes en el Estadio Metropolitano Roberto Meléndez de Barranquilla. De esta manera, el conjunto chileno logró su primer triunfo en suelo colombiano en un partido de la Libertadores, le puso el broche de oro a una serie que había comenzado bien con el 1 a 0 en la ida en Santiago y avanzó a los cuartos de final por primera vez en seis años y por cuarta vez desde que el certamen incluye instancias de eliminación directa.

“Veníamos con cierta ventaja, pero se hizo duro el segundo tiempo después de que nos empataron (en el cierre del primero). Aguantamos cuando tuvimos que aguantar, el equipo fie sólido en defensa y fuimos letales cuando tuvimos las oportunidades”, analizó Almirón, quien en estas horas disfruta de un reconocimiento de la prensa y de los simpatizantes chilenos que no había gozado en sus primeros meses al frente del equipo más ganador del fútbol chileno.

El entrenador aterrizó en Santiago a principios de enero, dos meses después de aquella dolorosísima derrota con Boca en la final de la Libertadores contra Fluminense en el Maracaná. Con deseo de revancha rápida, tomó el timón de un club que proyectaba en grande, con la vista clavada en su centenario, pero que, a priori, tenía pocas chances de competir mano a mano con los gigantes del continente.

Tras ello, el único campeón chileno de la Libertadores (la ganó en 1991) quedó encuadrado en el grupo A junto a Fluminense, Cerro Porteño y Alianza Lima. Apenas seis puntos, producto de una victoria, tres empates y dos derrotas, lo dejaron a ocho unidades del Flu e igualado con los paraguayos. Pero no solo eso: los dos equipos también terminaron con la misma diferencia de gol (-1) y la misma cantidad de goles convertidos (4). En la definición más ajustada en años, los chilenos avanzaron a los octavos de final por haber logrado un tanto más fuera de su feudo (3 contra 2).

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