Agustín Vernice se permitió “algo impensado”: salir a cenar con su novia en la noche previa y logró el mejor puesto de la historia para el canotaje argentino


En el lago de Vaires-sur-Marne, una pintoresca población ubicada a unos 40 kilómetros al este de la capital francesa, bajo un sol que no daba tregua, Agustín Vernice se golpeó el pecho, apretó los músculos de sus brazos, paleó y paleó, y logró cruzar la meta de la final del K1 1000 del canotaje de París 2024. Delante de él habían llegado el checo Josef Dostal y los húngaros Adam Varga y Balint Kopasz. Y parecía que también Uladzislau Kravets, que compite para el equipo de atletas neutrales, pero la clasificación en la enorme pantalla ubicada sobre una de las tribunas mostraba la leyenda «Photo Finish». Y el argentino tuvo que esperar varios minutos para saber su posición final. Se quedó en el agua, moviendo el kayak cerca de la costa, ansioso. Y cuando se confirmó que había finalizado en el cuarto lugar, igualado con el bielorruso, apretó el puño a modo de celebración.

Festejó el olavarriense una actuación enorme, la mejor de la historia de un palista argentino en unos Juegos Olímpicos, porque mejoró aquel inolvidable quinto puesto de Javier Correa en esta misma prueba de Sydney 2000. «Es un sueño hecho realidad. Aunque no me gusta entrar en comparaciones en ese sentido porque son contextos diferentes y a veces un resultado es circunstancial, también. Pero al vivirlo en carne propia, tener la posibilidad de estar en una final olímpica y estar peleando hasta el último metro, no puedo tener más orgullo», aseguró.

Festejó también porque en la regata por las medallas -que completó con un tiempo de 3m28s10- estuvo a la altura de los mejores palistas del mundo: Dostal (oro con 3m24s07) es dueño de una plata y tres bronces olímpicos y Varga (plata con 3m24s76) y Kopasz (bronce con 3m25s68) habían sido subcampeón y campeón en Tokio 2020, respectivamente. Agustín hasta llegó por delante del portugués Fernando Pimenta, quien tiene un impresionante registro de 17 medallas en mundial y dos en Juegos Olímpicos y quedó sexto con 3m29s59. Pero sobre todo festejó porque se fue con la satisfacción de haber rendido como sabía que podía hacerlo y no haberse guardado nada.

«En otro momento, si terminaba en un cuarto puesto me iba a quedar mal por no haber podido ganar una medalla. Pero este fue un cuarto puesto en el que di todo, no tenía más nada. Y por eso estoy muy contento», comentó un rato después Vernice, de 29 años, que le dio a la delegación celeste y blanca su sexto diploma olímpico en París (sin contar las tres medallas).

«Es cierto que llegué un poquito cansado a la final, porque las competencias de los Juegos Olímpicos tienen semifinal y final muy pegadas y hay que adaptarse, que es por ahí nuestro punto débil. Pero estoy contento porque fui con lo que tenía y di el cien por cien. Faltando pocos metros era consciente que había perdido la zona de medallas, pero traté de no entregarme a pesar de eso. Me quería quedar con la satisfacción de darlo y todo. Y lo hice», continuó, quien dos horas antes había quedado segundo en su serie semifinal detrás de Varga.

«Crecí muchísimo desde Tokio. Ahora ya no me sorprende que me tiemblen las patas cuando voy a competir», afirmó, entre risas. «Trato de aprender, si no, sería un tonto. No soy el mismo de Tokio y en Los Ángeles, si tengo la suerte de estar, no voy a ser el mismo de París. De eso se trata también. Más allá de las medallas, de los resultados. Lo que te llevás es lo que aprendiste, la experiencias y lo que pudiste hacer en base a eso».

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