💰Clima de negocios: «Efecto Musk», el rol del Estado y otras claves del negocio defensivo e irreversible con el que Telecom compró TelefónicaPor Sebastián Catalano
Por lo sorpresiva, pero sobre todo por sus derivas económicas y políticas, la compra de Telefónica por parte de Telecom Argentina fue una verdadera “bomba”. Una operación secreta que ya es uno de los grandes negocios del año y promete revolucionar a la industria local de las telecomunicaciones, un sector muy rentable y estratégico en el que se mezclan la telefonía móvil, internet y la televisión por cable.
Telecom, que pertenece al Grupo Clarín y al fondo Fintech, del mexicano David Martínez, pagó USD 1.245 millones con créditos de BBVA, Deutsche Bank, Santander e ICBC y se quedó con la operación de la española en el país, que coqueteaba con irse desde 2019.
Son las dos grandes empresas de telecomunicaciones del país que nacieron luego de la privatización de Entel, hace 35 años. Ahora sus activos se unificarán dando lugar a un verdadero gigante telco que, desde el vamos y por regulación y tamaño, generó dudas sobre su viabilidad.
El Gobierno aseguró muy rápido –incluso ante rumores previos al anuncio– que no iba a permitir monopolios. Luego avisó que analizará con lupa a la empresa unificada que ostenta 61% del mercado de telefonía móvil, 47% de la banda ancha, 40% de TV paga y 79% de la telefonía fija. ¿Pesará la postura del presidente Javier Milei, quien en varias ocasiones aseguró que no está en contra de los monopolios privados?
Para Clarín se trata de una “compra defensiva”, como la definieron fuentes al tanto de los detalles del negocio. Por un lado, la intención de Telefónica de desprenderse de su operación dejaba lugar a operadores locales. Se habló del Grupo Werthein y de Telecentro, entre otros. También se la podría haber quedado Claro, del grupo Slim y tercer jugador del mercado móvil local; aunque los mexicanos no llegaron a hacer ofertas, según pudo saber Infobae. O podría haber desembarcado una telco del exterior: se mencionó a la europea Millicom, con presencia fuerte en Centroamérica. Todas opciones que Telecom evaluó como amenazas para su negocio.
Y sin dudas aportó el “efecto Musk” que generará el desembarco de Starlink en algunos servicios del negocio móvil en pocos meses. Desde mediados de año, la mayoría de los celulares podrán conectarse gratis al servicio de internet satelital del hombre más rico del mundo y amigo del Presidente. En la misma sintonía, el año pasado se anunció una alianza regional entre Amazon y el Grupo Werthein, dueños de Directv y ex accionistas de Telecom (le vendieron su parte a Fintech en 2017) para ofrecer la internet satelital de Jeff Bezos. Todo eso empujó a un negocio que allegados a Clarín definieron como “mandatario”.
Un debate que el nuevo gigante deberá definir rápido es qué tecnología elegirá finalmente para su despliegue de 5G. La puja central es saber si optará por proveedores occidentales, como Ericsson –con quien trabajaba Telefónica hasta ahora en el país– y Nokia, o por los chinos. Estos últimos están señalados por sus muy dudosas prácticas y por el temor a que todas las comunicaciones que cursen sus redes terminen controladas por el ejército o el partido comunista chino.
En el mercado local, no son pocos los que señalaron el caso de Costa Rica, que prohibió que Huawei participe del desarrollo del 5G en ese país porque China no firmó el Convenio de Budapest sobre lucha contra la ciberdelincuencia. Días atrás, el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, felicitó al gobierno de ese país por su “firmeza” para evitar que empresas chinas participen las licitaciones de quinta generación.
Después de una reunión con el presidente costarricense, Rodrigo Chaves, Rubio aseguró que “cuando confrontas empresas que no son seguras y que están respaldadas por gobiernos como el de China que le gusta amenazar, sabotear y usar la coerción económica, te castigan”. No es un dato menor para el mercado local y tampoco para un gobierno que busca alinearse y requiere apoyo varios de EEUU, por ejemplo en la negociación con el FMI.
Certezas y dudas
En las oficinas corporativas de Telefónica, en San Telmo, sobre la avenida Huergo, se habló de “cimbronazo”. Muchos de los ejecutivos de su alta gerencia juran que nunca se enteraron de las negociaciones.
La empresa por ahora se sigue llamando Movistar Argentina (Telefónica Móviles Argentina, TMA, es la razón social vendida) y ya tiene nuevo CEO, Gabriel Speratti, un licenciado en Transporte Marítimo con experiencia en la industria y paso por operaciones globales de Nokia, Microsoft y American Tower. Fue elegido por un directorio que, al menos al cierre de esta nota, no estaba del todo claro quiénes integran. Será el CEO de la transición: se espera que por varios meses ambas empresas sigan funcionando por separado, aunque sin dudas comenzarán a definirse “sinergias importantes” entre ambas, como definió una fuente del sector. Se espera que Telecom termine de conformar el directorio y realice más nombramientos en la cúpula de la ex Telefónica.
Lo que sí hay son algunas dudas sobre rol del Gobierno, antes y, sobre todo, después del anuncio. En la industria no son pocos los que creen que las autoridades sobreactuaron con comunicados duros para disimular que estaban al tanto de todo.
Los comentarios están cerrados.